Aprovecha y revisa tus raíces ahora que estás parado.

Revisa cómo te alimentas emocionalmente como ser vivo: ¿Cuáles son las fuentes dónde obtienes tu energía? ¿Qué tipo de actividades te hacen estar alegre, tranquilo y vibrante? ¿Cuándo cantas, escribes, bailas, te mueves, pintas, realizas trabajos manuales, cocinas…? Cada uno sabe en qué lugar fluye y es más él mismo.

¿Qué personas de las que te rodeas te aportan? ¿Qué otras te secan y te dejan agotado anímicamente? A veces no podemos evitar que cierto tipo de personas vivan en nuestro entorno, pero sí dejar o no que su modo de funcionar nos afecte. Podemos intentar echarles un cable alguna vez, pero son ellas las que deben ayudarse, entendiéndose, buscando soluciones y pidiendo ayuda si realmente quieren cambiar. Involucrándote en exceso no les hace ningún favor, ni te lo hace a ti.

¿Qué tipo de lugares te hacen crecer como persona? ¿Estás dónde mejor puedes desarrollarte? Solemos poner el automático en nuestras vidas y es la mente la que decide si participar en esto o en aquello, o es la inercia, la facilidad, lo que nos impulsa a tomar parte en grupos en el que se mueven dinámicas que quizás no son las más favorables para nuestra manera de ser, para nuestro modo de estar. Ser conscientes y alejarnos amablemente, es algo que siempre podemos hacer para cuidarnos.

Saber de qué y dónde nos alimentamos emocionalmente es un ejercicio muy útil para no agotarnos energéticamente.