Estar colmado y colmarse con las personas que amamos, es estar lleno, repleto, rebosante. Es una simbiosis que tiene lugar cuando simplemente estamos conscientes y podemos disfrutar del tiempo compartido. Pero muchas veces nuestra concepción del tiempo evita que esto tenga lugar. Con ese “ya es suficiente”, “dos minutos y ya”, “un ratito no sea cosa que generemos un momento incómodo” limitamos los abrazos, el contacto, la mirada, la presencia, el estar con el otro.

Para muchas personas el tiempo es algo escaso y dúctil que llenar de actividades y tareas para poder sentirse lleno (no sea cosa que nos asomemos al vacío de la nada). Otra opción es movernos, estar en movimiento constante, huir de la quietud, del aquí y ahora, no sea cosa que si nos quedamos quietos y tranquilos de repente nos demos cuenta de que nos falta algo, o la conversación, el contacto y la mirada de otros nos incomode.

Estar colmado es haber recibido lo necesario para estar satisfecho y colmar implica quedarse aunque duela la postura, se retrasen otros planes y de repente nos demos cuenta de que se ha hecho de noche.

Estar colmado y colmar es escuchar al otro y amar el momento compartido, es encontrar un pequeño instante de eternidad entre todo nuestro tiempo vivido.