Hoy vengo a hablarte de ciertas actitudes que viajan con nosotros.

Sabemos por la psicología tenemos que nuestra personalidad se compone de rasgos heredados y otros forjados por la experiencia. Los rasgos que hemos adquirido de forma genética tienden a crear unos patrones de actuación. Es decir, que si tenemos un temperamento colérico y somos de los que nos enfadamos cuando nos molesta algo posiblemente provoquemos conflictos, malestares e incomprensión ya que tenderemos a decir las cosas de un modo agresivo o a echar las culpas afuera, como si solo nosotros supiéramos cómo se hacen las cosas bien.

Porque hay una cosa que está clara, al actuar de modo alterado se provoca una reacción. Ante una energía fuerte que se dirige hacia uno la defensa es: atrincherarse, o de otro modo, decir que sí pero en realidad pasar de todo; defenderse violentamente y devolver la pelota; o hacer lo que el otro pide sin argumentar y provocar que el malestar salga por otro lado y en otro momento.

¿Te has parado a pensar si alguna vez tus patrones de reacción pueden estar empeorando una situación? Puedes tener toda la razón del mundo, pero el modo de abordar lo que ocurre determina si ayudas a solucionar el problema o lo empeoras.

Es esencial aprender a conocernos para poder solucionar conflictos y aspectos enquistados que no nos dejan estar bien. A veces con una toma de conciencia ya podemos iniciar los pasos para empezar a hacer cambios y vivir como queremos.