Si eres de las que están pendientes de lo que te falta, de lo que no te aportan los demás, de las injusticias que tiene la vida contigo estás de suerte porque el remedio es sencillo, simplemente da gracias por lo que sí hay.
No hay manera de sufrir más que con la insatisfacción. Y esa incapacidad de sentirnos llenas la hemos sufrido todas en algún momento de nuestra vida. Por ejemplo porque no tenemos un trabajo adecuado a nuestra categoría, no nos pagan el salario que nos merecemos, que nuestra pareja no nos apoye lo suficiente o que no sea lo suficientemente buena para nuestras expectativas. La lista puede ser interminable.
Este tipo de pensamiento nos coloca en un lugar de carencia, no de abundancia. Cuando nos enfocamos en lo que no que no está disponible proyectamos dificultad, exigencia, frustración…. y, claro, vivir con todas esas emociones nos pone de malhumor todo el día.
Si te creas un hábito cuando te levantas por la mañana y das las gracias por todo lo que tienes cambiará tu día en 360º. Pasarás de la escasez a la disponibilidad porque podrás reconocer todo lo que sí está en tu vida. Es un cambio de actitud. Dando las gracias se genera un cambio de enfoque que tiene una repercusión directa en tus emociones y pensamientos. Te coloca en el centro de tu vida porque podrás recuperar lo que existe y te hace feliz. Pruébalo y me cuentas.
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