Es difícil cerrar situaciones del pasado. Especialmente aquellas que nos han dejado un gran impacto emocional. Solemos revivir una y otra vez las situaciones, dando vueltas una y otra vez en nuestra cabeza. También en nuestro corazón volvemos a experimentar las emociones que las acompañaron: rabia, hastío, indignación, tristeza, angustia, frustración, etc. Pensamiento y emoción se convierte en una cadena que nos ata al pasado.
Ante estas situaciones que retornan una y otra vez una opción que tenemos es cerrar puertas. Decir que no una y otra vez. Para ello necesitamos darnos cuenta de qué es lo que estamos pensando y cómo llegamos a este pensamiento. ¿Qué nos aporta? ¿Es decir, cuál es el objetivo de pensar como pensamos? ¿Acaso nos regodeamos siendo víctimas? ¿Intentamos justificar nuestro comportamiento? ¿Con esta manera de pensar, podemos ver al otro?
En otras ocasiones estamos enganchados a un tipo de emociones y necesitamos revivirlas una y otra vez porque son algo conocido y seguro. ¿En qué emociones caemos constantemente? ¿De qué nos sirven? ¿Cómo nos sentimos cuándo las estamos experimentando?
Saber cómo volvemos a caer una y otra vez en lugares conocidos, insanos para nosotros, donde nos quedamos atrapados es el primer paso para poder salir de ellos. El segundo es detenernos y decir que “no queremos estar allí”. Cuando somos conscientes que empezamos caer en pensamientos y emociones recurrentes es el momento de parar, de cerrar puertas hacia direcciones que no nos interesan. Este “cerrar puertas” es una manera de salir de estos lugares para encontrar otros que nos sean más positivos y potenciadores.