A lo largo de la vida se nos van plantando retos que ponen a prueba la flexibilidad con la que asumimos nuevos roles: empezar en un trabajo nuevo, ser padre/madre, trasladarnos de domicilio, empezar sol@ sin pareja… Todos estos cambios implican hacer un inventario de los recursos personales con los que contamos para entrar en grupos nuevos de personas, demostrar nuestra valía o reinventar nuestra agenda.
Uno de los peligros que ocurre en los cambios es que podemos quedarnos atrapados en las pérdidas, a veces no podemos ver más allá de la tristeza de cómo era nuestra vida antes, de lo que apreciábamos de nuestra vida pasada. En otras ocasiones nos encontramos también exhaustos, ya que otra vez debemos poner energía para empezar cuando ya lo hemos hecho tantas veces antes. Uno de los recursos que aporto en estos momentos es la creación de buenas imágenes internas.
Una imagen interna es una visualización de una imagen simbólica que permite asumir un comportamiento y actitud que ayuda en el nuevo rol que se desea asumir. Por ejemplo, yo trabajo con imágenes icónicas y arquetípicas con mis clientes. En el caso de nuevos roles, la cuestión es encontrar una imagen o personaje que refleja aquello que deseamos para nosotros y tenerla muy presente cuando nos demos cuenta de que estamos entrando en un comportamiento o pensamientos que no nos interesan. Suelo pedir que mis clientes escojan imágenes de reyes y reinas cuando quieren autoafirmarse, personajes famosos y relevantes que admiren cuando quieren dar un empuje a su carrera o animales cuando quieren interactuar de otra manera a nivel sistémico. Esta imagen ha de ser muy personal, lo ha de escoger cada cliente, porque cada uno atribuye a elementos y detalles de la imagen significados específicos que le ayudan a impulsarse.
¿Cuál es la imagen que te puede ayudar a ti?