Cuando un malestar presiona es porque allí hay algo que solucionar. La vida es tan buena maestra que si no aprendemos la lección nos la repite constantemente. Y nos preguntamos ¿cómo es que siempre tropiezo con la misma piedra? ¿Cómo es que entro en situaciones parecidas constantemente? ¿Por qué me encuentro otra vez en la casilla de salida? Y es que la vida tiene un modo de funcionar maravilloso y doloroso que hace que vayamos encontrando el equilibrio y la dirección que necesitamos a través de retos, situaciones difíciles o personas que nos llevan a los límites.
Y digo que la vida es maravillosa porque aunque duelan los aprendizajes son uno de los modos en que vamos desbrozando nuestro camino. Ante los conflictos hay algo que entender, algo que revisar, algo que comprender. Puede ser desde una aceptación, un marcharse de un lugar o una persona, o incluso adoptar un nuevo enfoque ante una situación. Las piedras y hierbas están ahí para aprender cual es nuestro fluir y entender que por ahí no, no es lo que me va bien, no es lo que necesito. A veces hay que saber primero lo que no nos va bien, para encontrar lo que sí queremos y nos encaja.
Las piedras y las hierbas que encontramos en el camino, son parte de él también. Con ellos aprendemos habilidades nuevas, toma de decisiones, nuevos enfoques, corrección de nuestra dirección de vida y aumentamos nuestra sabiduría.